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Mujer y Trabajo en Colombia: un panorama de informalidad

  • Foto del escritor: Paula Seijo
    Paula Seijo
  • 1 jul 2019
  • 7 Min. de lectura

Las mujeres en Colombia son las principales protagonistas del ’rebusque’ o también llamado el ’cuentapropismo’. De las mujeres ocupadas en Colombia, el 60% lo está en la informalidad.


Foto: Colprensa. Octubre 16 de 2017. En: Radio Nacional de Colombia.

La desigualdad de género en el mercado laboral sigue ocupando un panorama sombrío en pleno 2019 a nivel mundial. Año tras año se han puesto en marcha diferentes acciones y políticas públicas para alcanzar lo que la Oficina de Naciones Unidas (ONU) denomina un planeta 50-50 en 2030 en cuanto a oportunidades laborales. La realidad hoy es, que pese a los avances de los últimos años, tan sólo el 50% de las mujeres en edad de trabajar se encuentran activas laboralmente, frente a un 76% de los hombres en las mismas condiciones (Universia, 2017). A esta mayor probabilidad de estar desempleadas, se les suma ”la segregación por lo que se refiere al sector, la ocupación y el tipo de relación de empleo” (OIT, 2018). De las mujeres activas ”un 61.5% labora en servicios, un 25% en la agricultura y un 13.5% en la industria” (Universia, 2017). No resulta una novedad el hecho de que las mujeres tienen menos probabilidades de acceder al mercado laboral y cuando lo hacen, terminan en trabajos peor remunerados y menos cualificados, en su mayoría en la economía informal y/o vulnerable, generalmente asociados con el trabajo doméstico o de cuidados. En los países en desarrollo, este porcentaje llega a alcanzar un 82% en el caso de las mujeres frente al 72% de los hombres (OIT, 2018). Y a pesar de que la paridad en el mercado laboral entre hombres y mujeres traería un aumento del 26% del Producto Interior Bruto (PIB) mundial y considerables posibilidades de desarrollo de las mujeres en la sociedad, todavía ”la igualdad de género no se ha logrado en ningún país” (Delle Femmine, 2018).


En Latinoamérica, los datos también son desalentadores. Según el Global Employment Trends for Women, Latinoamérica es la tercera región con mayor tasa de desempleo para las mujeres con el 9% (ILO, 2013). En Colombia, a pesar de la existencia de un marco legal que promueve la igualdad, la cifra del desempleo femenino representa un 11,3% respecto al 7% para los hombres, según estadísticas del DANE (Mujer Coomeva, 2017). Las mujeres menores de 25 años, cabeza de hogar y con educación secundaria completa o las mujeres casadas presentan dos tasas de desempleo dos veces más altas que los hombres.

La participación en el mercado laboral de las mujeres en Colombia sigue siendo más restringida, debido al tiempo dedicado al trabajo en el hogar, con 28,3 horas más dedicadas a estas actividades - no asalariadas - respecto a los hombres (Observatorio Servicio Público de Empleo, 2017).

Además, aunque las mujeres cuentan con más formación - 1 año más en comparación con los hombres en su misma situación - los hombres reciben un 20% más de ingresos, mostrando la desigual retribución salarial en el mercado laboral. Al igual que en el resto del continente, las mujeres están presentes en sectores como ’servicios comunales, sociales y personales’ en un 67% o ’comercio, hoteles y restaurantes’ en un 53%, mostrando la realidad sexista de ’los trabajos hechos para mujeres’ (Observatorio Servicio Público de Empleo, 2017). Una situación que se agrava en una interminable suma de factores que sólo añaden mayor desventaja y vulnerabilidad, tales como ser mujer cabeza de hogar, nivel de estudios, número de hijos, la locación geográfica en el país, la etnicidad, ser víctima del conflicto armado, entre otros. Los avances a nivel institucional, normativo y legal siguen siendo en éste ámbito claramente insuficientes para contrarestar el enorme desajuste histórico en derechos y oportunidades entre hombres y mujeres en el país.

Las mujeres en Colombia son las principales protagonistas del ’rebusque’ o también llamado el ’cuentapropismo’. De las mujeres ocupadas en Colombia, el 60% lo está en la informalidad (Mujer Coomeva, 2017).

Esta categoría ocupacional enfocada a la subsistencia, sin garantías de protección social y de muy bajos ingresos es además, la ocupación principal de las mujeres pobres (un 42% de las mujeres que trabajan en la informalidad) (Mujer Coomeva, 2017). A la triste realidad de la informalidad laboral de las mujeres hay que sumarle que ”el 57,8% de los hombres inactivos se dedicó principalmente a estudiar, mientras que el 58,1% de las mujeres inactivas se dedicó a oficios del hogar” (Mujer Coomeva, 2017). Esta situación de desigualdad y desventaja laboral aumenta a niveles preocupantes cuando de 22 millones de mujeres en el país, el 56% son mujeres cabezas de hogar, y por tanto, las principales proveedoras del núcleo familiar (El Heraldo, 2017). Ser mujer cabeza de hogar aumenta las probabilidades de desempleo y/o vivir en condiciones de pobreza, al igual que tu pertenecia a una comunidad afrodescendiente o indígena. Si el 17% de las colombianas sufre de desempleo, las mujeres afrodescendientes lo sufren el 20% y un 32,9% las indígenas (ILO, 2013). Un análisis interseccional de la pobreza sólo da cuenta de la interrelación de múltiples factores de desigualdad que terminan condenando a las mujeres a la desprotección social o ’ciudadanía de segunda’.


Al igual que en otras partes del mundo, en Colombia ”las relaciones desiguales de género llevan a la naturalización del trabajo no remunerado como responsabilidad de las mujeres” (Bidegain, 2016). Tanto es así, que el 96% de las personas que realizan trabajo no remunerado son mujeres y sólo un 6% son hombres, según cifras del DANE (Lelievre, 2017). Los oficios domésticos, de cuidado de personas o trabajos comunitarios siguen siendo trabajos invisibles pero indispensables para la economía del país. ¿Cuánto vale este trabajo de las mujeres?

Según la revista Dinero, ”el trabajo doméstico aporta más a la economía que las exportaciones, con un 19,3% del PIB frente al 16,3% que representan las exportaciones” (Dinero, 2014).

Contabilizar el trabajo de las mujeres es importante porque genera riqueza, es indispensable para el funcionamiento efectivo de las comunidades, la vida y la economía pero también para contrarrestar la enorme desigualdad entre hombres y mujeres en cuanto a la pobreza monetaria y de tiempo (A. Carosio). ¿No es ridículo que Colombia contabilice el tiempo de la producción de coca en el PIB y hasta hace unos años no contabilizara el valor del trabajo doméstico? El desigual uso del tiempo entre hombres y mujeres - las cuales dedican 11 horas más de trabajo doméstico que los hombres - conlleva a otras desigualdades, entre ellas, altos niveles de informalidad laboral, precariedad y desprotección social (Dinero, 2014). Una división del trabajo que sigue condicionando a millones de mujeres bajo roles sexistas y advocándolas a situaciones de inequidad e injusticia social.


Tener hijos o hijas es una decisión que tiene un precio. Muchas mujeres están obligadas a elegir: trabajo o hijos. Debido a que el rol del cuidado de menores sigue correspondiendo en su mayoría al género femenino, muchas mujeres dejan de trabajar una vez son madres ante la imposibilidad de conciliar vida laboral y profesional. En Colombia, ”tener personas a cargo reduce la oferta laboral femenina en 17.5%, mientras que en el caso masculino sólo se reduce en 2.5%” (Mujer Coomeva, 2017). Éste hecho, sumado a que una gran mayoría de mujeres en el país ejerce como cabeza de hogar, empuja a las mujeres a un círculo vicioso de informalidad y pobreza, una situación que constituye una vulneración flagrante de sus derechos. Éste es en palabras de Alba Carosio, ”el castigo económico a la maternidad” de un sistema que sigue evaluando la economía en términos de ’eficiencia y productividad’ y subordinando la lógica del cuidado de la vida a la lógica de la acumulación capitalista (A. Carosio). Un sistema no sólo perverso con las mujeres sino con la misma estructura social bajo la cuál se sustenta, las familias.


La persistencia de la desigualdad de género y su intersección con otras desigualdades como las brechas salariales, la informalidad, la feminización de la pobreza, la división sexual del trabajo, la maternidad o la etnicidad (entre otras variables) demuestran que estamos lejos de alcanzar la equidad. El esfuerzo necesita ir más allá de políticas públicas con limitado alcance y desafiar la lógica de un sistema económico, social y político basado en la acumulación de poder y riqueza desigual. Debemos repensarnos bajo otro esquema de organización social y económica, que valore la reproducción, el cuidado de la vida y el trabajo en comunidad como una parte integral de la sociedad, más justa y protectora. Las políticas públicas deben promover la educación y la corresponsabilidad social del cuidado y otros trabajos no remunerados por razones de equidad, y como un paso para el mejoramiento de la vida social. Liberar a las mujeres de roles culturalmente asignados, divisiones del mercado laboral en función de los roles de género y otros múltiples factores de desigualdad es una cuestión fundamental de respeto a los Derechos Humanos, es una cuestión de justicia social. Ni en mis días más optimistas dejaría de ver que el panorama es sombrío y lo seguirá siendo, especialmente si seguimos conformándonos con una mejora leve de las cifras, pero al fin, tragando con un sistema económico y social desigual - por naturaleza - y perverso con la vida y la colectividad.




- Bidegain, N. (Septiembre - Octubre de 2016). Desigualdades de género y brechas estructurales en América Latina. Nueva Sociedad.

- Carosio, A. (s.f.). Pobreza y Cuidado. La corresponsabilidad imprescindible. Tiempos para pensar. Calidad de Vida y Salud Integral.

- Delle Femmine, L. (14 de Feb de 2018). Las mujeres, dobles víctimas de la pobreza. El País.

- Revista Dinero. (11 de Mayo de 2014). Trabajo doméstico aporta más al PIB que las exportaciones.

- El Heraldo. (2017). 12,3 millones de mujeres son cabezas de familia en Colombia. Colombia: Colprensa.

- ILO. (2013). Global Employment Trends for Women. Recovering from a second job diy. ILO.

- Lelievre, C. (2017). Mujeres y Economía del Cuidado en Colombia. Vanguardia Liberal.

Mujer Coomeva. (2017). Mujer y Trabajo en Colombia.

- Observatorio Servicio Público de Empleo. (2017). Brechas de Género en el Mercado Laboral. Servicio de Empleo.

- OIT. (2018). Perspectivas Sociales y de Empleo en el Mundo. OIT.


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