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DERECHOS HUMANOS EN EL OLVIDO: Persecuciones en China

  • Foto del escritor: Paula Seijo
    Paula Seijo
  • 3 may 2019
  • 3 Min. de lectura

¿Sabemos realmente que hay detrás de esos precios tan competitivos de la ropa china que llega a Europa?


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En los últimos años, el “monstruo asiático” llena las portadas de los medios internacionales dado su imparable crecimiento económico, por encima del promedio mundial y un comercio exterior a prueba de crisis globales. Sin embargo, menos atención acapara la difícil situación de los derechos humanos en el país, silenciada por una férrea censura y numerosas campañas mediáticas destinadas a mejorar su imagen en el exterior. Poco se habla también del hecho de que, muchos de los productos chinos que llegan a Europa y a otras regiones del mundo se hacen en campos de trabajo -laogai-, donde muchos de los internos son presos de conciencia, encarcelados por sus opiniones políticas o sus creencias religiosas y a menudo condenados sin pruebas.

El Partido Comunista chino no permite la libertad de expresión y de culto de sus conciudadanos y es el régimen responsable del mayor número de ejecuciones en todo el mundo.

Sólo los templos, iglesias y grupos religiosos bajo el control del partido están autorizados. Además, los medios de comunicación están completamente controlados por el Estado y su ‘leitmotiv’ no es otro que el de llevar a cabo grandes campañas de difamación contra los disidentes del régimen. La opresión, el encarcelamiento, la tortura o la persecución a causa de las creencias, convicciones, opiniones, nacionalidad, género, origen étnico o cultural que viven millones de personas son algunas de las numerosas aberraciones a los derechos humanos más fundamentales en China.


Existen actualmente numerosos grupos étnicos y religiosos que sufren una persecución continua por parte de las autoridades gubernamentales, entre ellos los más significativos son: los tibetanos, partidarios de Falun Gong, mongoles, cristianos, uyghurs, periodistas, defensores de los Derechos Humanos y otros activistas a favor de la democracia y los derechos universales.

Alrededor de 1.3 millones de tibetanos han muerto desde la ocupación comunista del Tíbet. En la actualidad, los monjes tibetanos siguen siendo asesinados y sometidos a graves torturas en campos de trabajo. A su vez, se han llevado a cabo campañas masivas para perseguir y erradicar la cultura tibetana llegando hasta el punto de acusar y difamar a su líder espiritual, el Dalai Lama – actualmente en el exilio -, por "terrorista".


Otro de los grupos perseguidos desde 1999 en China es el de los seguidores del Falun Gong, una práctica Qigong, basada en los principios de ‘verdad, compasión y tolerancia’. La popularidad de esta disciplina espiritual introducida en 1992 por Li Hongzhi (70 - 100 millones de seguidores), ha resultado intolerable para el régimen autoritario de China, fielmente comprometido a su total exterminio. Miles de seguidores de esta disciplina han muerto como resultado de torturas, mientras otros están todavía en campos de trabajo o prisiones. 


Desde que una parte de Mongolia fue ocupada por China, el régimen ha tratado de eliminar la cultura tradicional mongola y su forma de vida. Los mongoles carecen por completo de libertades y derechos fundamentales y viven actualmente como ciudadanos de segunda clase. Aquellos que se atreven a luchar por la democracia y la libertad son encarcelados y torturados. 

Por otra parte, están los cristianos, a los cuales no les está permitido practicar su fe libremente en China. Su culto está autorizado en tan solo aquellos templos controlados por el régimen. Aún así, muchos de ellos son encarcelados en campos de trabajo y sometidos a trabajos forzados o torturados por su credo religioso.


La minoría musulmana de los Uyghurs, situados en la provincia de Xinjiang, sufren la persecución del gobierno chino desde 1949. Este mismo año, el régimen daba comienzo a una dura campaña de erradicación de la lengua, cultura y religión de esta minoría étnica. Sumado a una larga lista de ataques - encarcelamiento, torturas, trabajos forzados - el gobierno llevó a cabo entre 1964 y 1996 numerosas pruebas de armas nucleares en la región, cobrándose con ello la vida de numerosas personas.


Pero, ¿a dónde van a parar las miles de personas encarceladas por su credo o grupo étnico?

Según la Laogai Research Foundation, existen al menos 1422 campos de trabajo en China, los cuales se cree que albergan entre 3 y 6 millones de reclusos.

Los prisioneros de conciencia incluyen curas, monjes, disidentes políticos, abogados, seguidos de Falun Gong, cristianos y tibetanos. Aproximadamente 256 de esos campos de trabajo están registrados como compañías, cuyos productos elaborados con el trabajo forzado de estos grupos y minorías, llegará a los mercados internacionales a unos precios “muy” competitivos. La verdadera dimensión de este fenómeno es uno de los secretos mejor guardados por el gobierno chino y ha sido criticado en numerosas ocasiones por organizaciones pro-Derechos Humanos o la ONU. Pese a todos los esfuerzos, a nadie parece interesarle la cuestión de los derechos humanos en China si a cambio, puede beneficiarse de unos productos a "muy buen precio".




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